Sunday, December 17, 2006

Las Nalgas de las Mujeres

Cuando buscaba empleo caminaba en sentido contrario a la manada que a primera hora venía a las oficinas cercanas de la cuadra. Por lo general, iba yo o muy temprano o fuera de la sincronía de horario que se impone al empleado.
Han pasado tres años y voy en la misma dirección que todos llevamos en la mañana, siendo que mi gran entretenimiento son las nalgas de las mujeres que se conducen a su lugar de trabajo.
Varios son los días que llevo ya, yendo y viniendo en esa misma dirección, detrás de ellas. Viendo sus compases, las alternancias, el meneo. A tanto me he dedicado, que creo tener algunas pistas para describir a la portadora de tales carnes.
Desde atrás, se puede descifrar en el meneado apurado, a aquella mujer que va tarde, que menea sus nalgas con la velocidad apremiante de quien quiere cortar el viento que de frente viene. Dependiendo de lo voluptuosas, se ven mejor o peor. Porque de más está decir que no se ve nunca bien, mover lo que no se tiene.
Contrastan las mujeres lentejuelas. Esas que van con parsimonia, que casi caminan sin tocar el suelo. Acá nuevamente, dependiendo de la maleta que lleve la viajera, se verá mejor o peor. Hay las que gracias a sus grandes nalgas, sin mucho esfuerzo, mueven mucho. Esas me encantan, porque me imagino que es así como opera el movimiento de la tierra. Las otras son las que teniendo poco, hacen un esfuerzo desde la pelvis para aparentar y levantar las nalgas que no tienen. Estas tienen un arco fijo que se mueve muy lentamente como río de aguas quietas. Suelen evocar esos piropos al estilo de “si me lo partes, me lo pagas”. No me inquietan mucho.
Están también las nalgas tristes. Llamadas así porque francamente ver a esas mujeres es bastante similar a ver congéneres masculinos. Son nalgas con plexo a la pierna, desprovistas de curvatura, llevadas hacia adentro, tímidas, flojas. Poco que decir de lo que no provoca mirar.
De las nalgas de las mujeres que van, mención especial merecen las nalgas transportadas en moto (que no moto taxi). No he podido descifrar si se trata de un mecanismo en el asiento trasero de la moto, si es la inhalación del humo del escape o alguna infusión que se toman las mujeres al subir al bípedo aparato, pero siempre da la impresión de que se les paran las nalgas. Las levantan indefectiblemente y por más feas que sean las portadoras de las nalgas mencionadas, suelen verse bien.

Giremos ahora a la indumentaria que llevan las nalgas, otro motivo de reflexión matutina antes de que el carnet cruce las puertas de la oficina.
Los hilos para las más jóvenes, ropa interior cachetona para las paridas y grandes piezas de tela para las más mayorcitas o las que tienen alguna restricción religiosa. Los pantalones blancos con hilos de todos colores son los viernes. Las faldas sueltas y pantalones anchos que revelen nalgas “paradas”, hablan de unas excelentes proporciones. Faldas ajustadas son siempre una incógnita.
Finalmente ya sabemos de sobrada experiencia masculina transmitida de generación a generación vía genética, que no se puede creer en las nalgas apretujadas en un Jean. De hecho, son una gran sospecha de la celulitis y las estrías comprimidas que serán desparramadas, apenas dicha prenda consiga piso.
Pronto tendremos el sentido para detectar las nalgas no naturales, forzadas por implantes de plástico o soluciones salinas. Tal vez y para detectarlas no bastará con verlas, habrá que olerlas.

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